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"Don Rupa", Mil Caballos lo recibirán en el cielo

Revisa este perfil y entrevista a Ruperto Valderrama escrita por Vicente Pérez, que incluye un emotivo mensaje del gran jinete y arreglador.

Por Vicente Pérez Alarcón

Un velo negro y triste sume en la pena al mundo del rodeo y del caballo: Murió "Don Rupa", un héroe vivaz y enérgico que deja su legado en su alegre personalidad y en sus triunfos. Comparto con la familia del caballo esta historia que publiqué en mi último libro, "Arregladores, Arte y Preparación del Caballo Chileno", como homenaje a su legado construido desde su montura y genialidad.

Me dejó el compromiso de publicar su mensaje post mortem para que fuera conocido por todos quienes lo admiramos, una grabación que mi hijo Pablo preparará para publicarla en nuestro portal y así para cumplir con su deseo.

DON "RUPA" VALDERRAMA, UN GENIO ETERNO

La vieja casona color paquete de velas de la avenida Manso de Velasco 742 de San Fernando, alberga a este genio admirable que entre cientos de homenajes recibidos en su trayectoria, sin duda, engrandecen este libro del cual es protagonista, un hombre de tal proyección que fue también declarado Ciudadano Ilustre de la ciudad.

Nos abre la puerta la señora Martita, encargada de cuidarlo, quien nos dice que don Ruperto no recibe visitas. Le cuento que fui citado por él al tiempo que se escucha su voz diciéndole que me deje pasar, que me espera. Ella insiste que no es el momento y me advierte que está postrado y que nadie le avisó para tenerlo algo más ordenado.

Ahí, trasponiendo la mampara en una habitación amplia y alta, iluminada por una gran ventana que da a la calle se encuentra el viejo campeón postrado, una escena de contradicción que sobrecoge imponiéndose a la estampa ágil y vital característica de "Don Rupa" que fue el sello de su personalidad.

Don Ruperto Valderrama Miranda nació hace un poco más de noventa años, un 12 de abril de 1930 en Sewell, tiempo en que su padre se fue a vivir con sus hermanos, uno ingeniero y otro médico, que eran empleados de la Braden Copper Company y se lo llevaron con familia junto a ellos consiguiéndole una trabajo en la mina, trabajo breve porque lo de él, siempre fue del campo y los caballos, por eso que "Don Rupa" no se quedó en la mina y se fue junto a su esposa e hijos rumbo a Arauco en busca de llenar la afición.

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"Don Rupa" recuerda encontradamente a su padre, don Jovino Valderrama. "Mire, yo a los diez años ya le tiraba el toro y corría con mi papá, don Jovino, que era un hombre rudo y drástico en todo sentido. Por su amistad y como era reconocido en el rodeo por esos años pude ganarme mi primer Champion corriendo con don Ramón Álvarez en el rodeo de San Bernardo, de ahí en adelante no me bajé más de los caballos. Mi papá siempre fue empleado de fundo y hombre con los caballos…era bueno con ellos, pero con nosotros era rudo de más, quizás la frustración de la pega o lo duro de la vida que le tocó lo hizo ser así" –concluye haciendo un silencio.

La vitalidad de "Don Rupa" sobrecoge y su tono de voz característico revela a un hombre vital y vigente. Se alegra con nuestra visita y como si hubiere estado esperando este encuentro, dice que es urgente que anote bien, porque tiene tantas cosas que decir. Le respondo que nuestra conversación está grabándose.

"Mire, yo lo llamé para que pudiéramos hablar bien y pedirle un favor, pero cuando usted termine su trabajo de entrevistarme yo le digo para qué quería hablarle. Yo lo que tengo es una enfermedad de viejo no más, la mente está sanita pero el cuerpo no se la pudo conmigo, no lo siento y aflojó". Tras una pausa agrega- "siempre vienen periodistas y me preguntan lo mismo, pero no logramos hablar de los caballos, parece que solo les interesa saber de cuando uno ganaba y era famoso" –sentencia con seguridad, agrandando el toro para esta conversación que buscaba hacer lo mismo de quienes me antecedieron, para saber sobre su vida, de sus triunfos y del resumen de sus experiencias ya reflexionadas y pasadas por el molino del tiempo.

"Don Rupa" tiene la misma voz, gesticula con sus brazos y a instantes parece que va a pararse de un salto de su cama por la vitalidad y alegría que irradia por sus ojos inquietos y vivaces que nunca denotan tristeza, menos abatimiento ni conformidad, fachadas que un viejo guerrero no conoce. Lo de él son solo recuerdos entretenidos de caballos, rodeos y huasos que en su gran mayoría ya no existen.

Un viejo adagio campesino dice que "perro que ha sido bravo, viejo y sin dientes carga a la canilla"… Acá, en cama y sin rendirse hay un guapo frente a mí, el más bravo de todos, "Don Rupa", un patrimonio viviente del rodeo…un testigo protagonista de nuestra historia del deporte-tradición.

- Ya "Don Rupa", cuente…

"Nosotros fuimos cinco hermanos, tres hombres y dos mujeres, una aún vive allá en Arauco, se llama Mercedes Valderrama. Yo por mi parte estuve casado con una gran mujer llamada Fresia Toledo Hidalgo con quien tuvimos cinco hijos: Jaime Manuel, Ruperto Agustín, Ximena del Carmen, Rodrigo Hernán y Marcelo Valderrama Toledo, el menor murió en un accidente de auto. De los hombres no quise fomentarle a ninguno los caballos hasta que salieran primero con sus profesiones, como debe ser" -sentencia.

"Cuando yo partí el rodeo no tenía el auge de hoy día, era muy acampado, tan distinto al de ahora cuando con esta modernidad llegó gente distinta que también busca otra cosa diferente a lo antiguo, les importa ganar aunque sea con los caballos mal puestos o ellos mismos viéndose mal en la montura….bueno, pa’ que seguir con lo mismo si el mundo ya cambió sin vuelta".

Antes de seguirle esa huella pedregosa, opto por quitarle el toro de la tristeza invitándolo a recordar sus glorias, aquellas de haber sido el Arreglador de todos los caballos que fueron campeones: Manicero y Matucho, Envidia y Venganza, Pelotera y Percala, Trampero y Manicero, hecho inédito y no igualado en el deporte nacional, en especial lo que consiguió con el Manicero, caballo que obtuvo un tricampeonato nacional arreglado por él, mismo logro que consiguieron décadas después los fenomenales potros Reservado y Talento que exhiben igual resultado.

Si algo le sobra a "Don Rupa" son los elogios. En los años 60-70 fue conocido como "El Pelé de las medialunas" por su elegancia sobre la montura y efectividad en las quinchas. En la familia del rodeo lo reconocen como el jinete más talentoso de la historia. Los periodistas nacionales le entregaron cuatro veces el Cóndor de Bronce como Mejor Deportista y en el mundo de los arregladores es reconocido por su obra y también como formador y referente de muchos grandes arregladores y jinetes afamados que en él encontraron su estilo.

"Yo desde muy chico le ayudaba a topear a mi papá cuando estábamos en la hacienda La Estacada, al poniente de Quinta de Tilcoco que era de los Larraín Pérez-Cotapos. Estudiaba en colegio popular como era lo normal antiguamente en el campo y después me fui al liceo de San Bernardo donde llegué hasta cuarto de humanidades y de ahí pegué un salto hasta la Escuela Agrícola de Molina que pertenecía a la Universidad de Chile. Toda mi niñez vi topear a mi papá y trabajar sus caballos, pero no sabía qué hacía. Yo estaba muy chiquillo y no reparaba en su método, solo le guiaba el toro para que él trabajara sus caballos. Siempre he pensado que mi papá tenía un don que era saber enseñar los caballos, con los que era amable. Nosotros vivíamos bien porque ellos tenían propiedades en Abra, que está de Requinoa al poniente y vivía de los arriendos. El corría con don Ramón Alvarez que estaba empleado para amansar y herrar de don Guillermo Aguirre, que era amigo de mi papá que vio en don Ramón un buen jinete y le enseñó a trabajar de la boca los caballos.

Después que salí del colegio, como a los diecisiete años, empecé a correr y me comencé a formar solo, porque la vida es silenciosa con la gente como es uno que es más extrovertida, diferente, o loco, como me tildaron muchas veces. Con los años uno aprende a escucharla.

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Cuando falleció mi papá se repartieron las propiedades y tuve que empezar a ganarme la vida. Para mí fue una sorpresa haber llegado junto a don Ramón Cardemil y correr con él. Yo tenía dieciocho años. La historia comienza cuando me llama don René Urzúa para decirme que me tenía una pega en Lolol hacia el sur-poniente en un campo que tenía en arriendo don Guillermo Cardemil, que fue como mi padre, un hombre bueno y justo, que era el hermano mayor de don Ramón.

Partí solo y allá me alojaron en una casa grande que estaba cerca de la casa patronal donde vivía don Guillermo con su familia. Ahí en esos campos la entretención eran las carreras a la chilena y ligerito me hice jinete de carreras y me fue bien, gané hartas. Por esos años los Cardemil y otra gente de Curicó arrendaron el fundo Santa Rebeca, un campo que era de unas hermanas de apellido Palma casadas con médicos que vivían en Santiago. Ahí empecé a trabajar caballos para ellos.

Don Guillermo me presentó a su hermano Ramón (Cardemil) y habían rodeos chicos, pichanguitas que se hacían en lo villorrios de la costa donde íbamos a correr para diversión más que competir, porque don Guillermo era genuino hombre de campo. Por ese tiempo yo corría una yegua muy buena que yo no la hice, solo la coloqué para que atajara, se llamaba Olvidadiza y al parecer les llamé la atención de lo que hacía en la yegüita y con los años, cuando don Ramón se vino a Curicó, se dio la circunstancia para que me empleara con él para hacerle caballos, mantenerle otros y correr juntos.

El primer caballo que hice fue la Posturita, una mulata chiquitita muy buena, tanto que me enseñó a trabajar, la partí de cero; fue en 1955 y era criada por don Nemupoceno Urzúa, padre de don René Urzúa, yo tenía veinticinco años. Después me tocó ensillar al Zambo, un caballo mulato oscuro que era criollo de Larraín Hermanos de San Vicente de Tagua Tagua, que fuimos terceros de Chile con la yegua. Era un caballo muy difícil de correr, había que ponerlo grande, doblarlo y ganarle a la postura, y para mí que estaba empezando se me hacía muy complicado porque todavía no tenía los conocimientos necesarios.

Por esos años fue difícil trabajar caballos porque este oficio necesita tiempo, pensar mucho y adivinar o sentir lo que se debe hacer porque los caballos son todos distintos y entienden por señales y por repetición, entonces uno debe comunicarse con ellos en los instantes que están para recibir las enseñanzas, nunca a la fuerza o con el caballo intranquilo o maltratado. Un jinete que está en un mal día, o con problemas, va a traspasarle a su caballo esa angustia y lo más seguro es que va a retroceder. Cuando yo partí en esto habían muchas facilidades en el campo, se podía salir a los potreros, había ganado de sobra donde elegir.

En mi caso cuando nos conocimos con don Ramón siempre mantuvimos una relación agradable y sincera, principalmente porque el hombre aparte de acampado era entretenido y con el don de mirar y percibir las cosas y decirlas a su manera característica. Don Ramón con una frase o un dicho era capaz de retratar completamente una situación o a un personaje cualquiera, a veces le sobraba con una palabra…era muy re diablo".

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Tiempos de Triunfos

"En 1961 me tocó correr con él la collera de Matucho y Manicero, dos caballos que tuve el gusto de recibir del amansador para hacerlos completos y que nos regalaron tres campeonatos de Chile. Yo hice y corrí el Matucho, un caballo muy difícil que requirió mucha guatana porque era duro, porque usted debe saber que nunca hay que ponerle fierro a la dureza porque va en contra de los resultados que pueda tener. Con la guatana también hay que tener cuidado porque se debe colocar correctamente sobretodo a los caballos nuevos, jamás apretadas ni tan sueltas, con la lengua amarrada del caballo para que no la saquen por encima.

Don Ramón se acomodó muy bien al Manicero que era un caballo potente pero blando como la mantequilla, porque él era muy conocedor y exigente con el arreglo y no recibía un caballo duro por ninguna circunstancia, menos para correrlo.

En 1963 nos tocó salir campeones de Chile de nuevo en dos yeguas que hice enteras: Envidia y Venganza, dos coloradas extras. Se necesitaba trabajarlas harto, pero poco. No había que cansarlas porque ahí no aprenden, nunca las sudé en el trabajo. Mi forma de trabajar es la mayor parte al tranco, algo de trote y cuando estamos en el galope se aprovecha de ponerlos en la postura, siempre a riendas parejitas y nunca haciendo fuerza con las riendas porque eso quiere decir que está duro y ahí hay que volver atrás. Eran ligeras y pegadoras, fue un gusto correrlas.

También saqué dos yeguas extraordinarias con las que fuimos campeones de Chile el año 1967 con don Ramón, la alazana Percala y la Pelotera, una yegua negra que era mía que le compré potranca de dos años a don Guillermo Cardemil. Fíjese que la yegua Pelotera era una cosa especial. La hice correr sola sin yo estar arriba de la montura, con eso le digo lo sorprendente que puede ser un caballo bien arreglado. Yo no lo podía creer cuando a la voz mía arreo el novillo, lo atajó al grito lo volvió solita y repitió la atajada a la mano de atrás…fue un regalo de Dios que me permitió disfrutar entre mis locuras.

No podemos olvidarnos del año Trampero, que corría yo, un manco medio bayo alazán compañero del Tabacón, un colorado ligero y arrestado al que don Ramón nunca le perdía una atajada porque se hablaban entre ellos. Los hice a los dos. Yo lo único que le pedía a don Ramón era que nadie se metiera con mis caballos y él lo respetó, por eso fuimos lo que fuimos, una buena collera, ambos deportistas y ganadores. Fuimos tan amigos y compartimos tanto que hasta ya cerca de su muerte lo fui a ver a su lecho de enfermo y se alegró tanto…fue como si los dos estuviéramos jóvenes".

Sobre su estilo de correr y trabajar sus caballos el viejo campeón hace una finta resumiendo su obra en un "tuve suerte y me tocaron los caballos y los toros que se necesitaban…yo me hice solo desde la montura siempre con la mente puesta en qué debía hacer en cada caso, porque en realidad son los caballos los que le van enseñando a uno; ellos responden al trato y nos regalan la comprensión de lo que los jinetes necesitamos para ganar, eso se lo debo a ellos. Siempre que alguien me consultó por cómo lo hacía les dije esto mismo o nunca dejé de invitarlos a venir a trabajar caballos juntos, que es donde se aprende, no en el asado ni el traguito, porque esas conversaciones son vacías. El jinete se hace de a caballo, con responsabilidad y método, trabajando temprano sus montas con fe en Dios y alegría en la mente. Hubo varios amigos con los que compartí largamente en los picaderos y medialunas, de todos algo aprendí mirándolos y probando para ver si me resultaban sus métodos, entonces desde ahí cree mi propia escuela que me dio triunfos y prestigio, pero me hice solo, no tuve un referente al cual imitar, solo la inquietud del que quiere y necesita aprender para ser mejor".

"Uno de los alumnos buenos que tuve fue Hernán Cardemil, que corría y trabajaba sus caballos y los de su compañero Perico Quera. 'Nancho' hizo de todo y después de dejar todo se vino con su señora a hacer lo que le gustaba, los caballos. El era chofer de camiones en el campo y se fue de chofer buses en Santiago, era caballero además de grandes cualidades para percibir los caballos; era muy preguntón, por lo que aprendió luego y a mi me gustaba como arreglador más que como jinete porque era perceptivo e inteligente, además de agradecido. 'Nancho' jugó bien su carta en la vida: tuvo amigos, los caballos que quiso tener, ganó con su hijo y fue feliz".

Un silencio largo en el que me descubre observándolo y seguramente con mi cara de desazón, de donde demostrando su vitalidad de genio me saca con un "Oiga, ahora me toca a mí. Yo le dije que cuando terminara su entrevista quería que me grabara un mensaje porque está claro que me queda poco. Quiero que escriba algo para dejárselo a los más nuevos y unos pocos antiguos que aún me recuerdan con cariño, así que anote por favor don Vicho, mire que acá el viejo en cama soy yo"….nos reímos juntos.

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El mensaje:

"Toda mi vida fui deportista, sano, no tomé ni fumé. Dios fue bueno conmigo y me dio más de lo que merecía; me dio buenos hijos, grandes amigos, buenos caballos y triunfos que nunca me los imaginé en mi vida, por lo que estoy agradecido de los caballos, del rodeo y de los miles de amigos que conocí en torno a él.

Quiero pedirles a los más nuevos, a los de hoy y también a los que vienen mañana, que no cambien las cosas; que vuelvan o sigan por lo huella antigua, según sea el caso, porque una atajada por grande que sea no vale perder un caballo, hay volver al privilegio de criar, hacer, trabajar y correr un caballo, que es lo que al final vale y deja buenos sentimientos en nuestras vidas; el triunfo es efímero cuando se logra en algo que no nos ha costado trabajo.

No cambien el rodeo y lo que representa como imagen campesina por la pura competencia porque esa es la puerta de salida, el fin de todo.

Hoy se hacen famosos los jinetes con buena puntería, aunque queden muchos caballos en el camino, pero el verdadero desafío es entender los problemas y desafíos que los caballos nos ponen, eso fortalece la mente y alberga los sueños, por eso este libro que hacen dedicado a los arregladores que han hecho caballos Campeones de Chile es importante, se hace cuando ya me voy, pero me alegra tanto saber que quedo acá entre los grandes que hicieron caballos.

Fui ganador, pero recto en la vida y en la competencia, admiré a Nano Ramírez, Alberto Marmolejo y a Segundo Zúñiga. No vi correr a don Chuma Celis de quien dicen que fue mejor que los tres juntos.

El rodeo me hizo feliz y me llevo en el alma el aplauso del público de la galería que lo sentí dentro de mí".

Gracias don Rupa.

La obra de un grande:

- Temporada 1955: 3° Ramón Cardemil y Ruperto Valderrama en Rinconada de Pumaitén Zambo y Enrique Alarcón Posturita. Arreglador: Ruperto Valderrama.

- Temporada 1962: 1º Ramón Cardemil y Ruperto Valderrama en Palmira Manicero y Aculeo Matucho. Arreglador: Ruperto Valderrama.

- Temporada 1963: 1º Ramón Cardemil y Ruperto Valderrama en Santa Elsa Envidia y La Ventana Venganza. Arreglador: Ruperto Valderrama.

Temporada 1965: 1º Ramón Cardemil y Ruperto Valderrama en Aculeo Matucho  y Palmira Manicero. Arreglador: Ruperto Valderrama.

Temporada 1967: 1º Ramón Cardemil y Ruperto Valderrama en Aculeo Percala y Santa Hortensia Pelotera. Arreglador: Ruperto Valderrama.

Temporada 1968: 1º Ramón Cardemil y Ruperto Valderrama en Palmira Manicero y Las Mercedes Trampero. Arreglador: Ruperto Valderrama.

Temporada 1973: Ramón Cardemil y Manuel Fuentes en Las Mercedes Tabacón y Las Mercedes Trampero. Arreglador: Ruperto Valderrama.

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